Efraín Volosky Yadlin: un héroe reencontrado

En Chile existen muchos héroes anónimos, los cuales han trabajado para preservar y salvaguardar nuestro patrimonio, tanto material como inmaterial. El Sophora toromiro es un árbol endémico de la Isla de Pascua, que además de ser una especie única y escasa, es también un símbolo de la cultura Rapa Nui, símbolo que en un momento de la historia pudo haber desparecido por completo, llevándose consigo todo lo que representa.

Efraín Volosky Yadlin es uno de estos héroes anónimos. Agudamente pudo ver la importancia que tenía esta especie para el pueblo Rapa Nui y tras plantearse un escenario futuro sobre las condiciones medioambientales, que evitarían la continuidad de la especie en la isla, decidió trasladar semillas de toromiro al Jardín Botánico Nacional, en Viña del Mar, evitando así su total desaparición. Pero ¿Quién fue Efraín Volosky y qué lo llevó a la isla y a cumplir un papel determinante en la conservación del toromiro?

Datos personales

Efraín Volosky Yadlin, nació en el año 1908 en Buenos Aires, Argentina, hijo de Isaac Volosky y Etty Yadlin, inmigrantes de Moldavia. Llegó a Chile con sus padres a la edad de 10 años a vivir en el barrio Borja, en Estación Central. Cursó sus estudios secundarios en el Instituto Nacional y posteriormente estudió Agronomía en la Universidad de Chile, siendo su fuerte la investigación. Contrajo matrimonio con doña Silvia Eliana Hernández Uribe en 1947 a la edad de 39 años. Participó en los primeros estudios agronómicos en Isla de Pascua, y realizó trabajos de investigación agrónomos en Chile y otros lugares del mundo. Efraín Volosky falleció en el exilio el 12 junio de 1985 en Mozambique, África.

Rescate del toromiro

En la primera mitad de la década de los ’50, el Ministerio de Agricultura envía a Volosky a la isla con la misión de crear la «Estación Experimental Agrícola», la que más tarde se instalaría en la zona de Vaitea. En aquel tiempo el profesional se desempeñaba en la Sección Fitotecnia del Departamento de Investigaciones Agrícolas. La travesía tomó una semana de viaje por mar, en compañía de funcionarios del gobierno y profesionales universitarios, con misiones similares en otras áreas del quehacer. Volosky contribuyó al cultivo de arvejas y papas en la isla, pero tras una inesperada plaga de roedores, los cultivos fueron exterminados por completo. Hizo variados registros y ensayos y realizó plantaciones para proteger los suelos de la erosión.

Motivado por su pasión como investigador, Volosky fijó su atención en el Sophora toromiro, el único árbol endémico de Isla de Pascua, el cual tenía gran importancia para el pueblo Rapa Nui. En una parte de su informe de la misión a Rapa Nui destaca:

«Entre los forestales existen el Toromiro Sophora toromiro Skottsb., leguminosa de 3 m. de altura, cuya madera se utiliza para tallado. Antiguamente cubría los faldeos, en bosques que ocupaban gran parte de la Isla, mientras en la actualidad queda un ejemplar que es el único en el mundo, ubicado en el cráter del Rano Kau.»

Es interesante que el investigador señalara que en esa época solo quedaba 1 ejemplar de toromiro porque nos muestra que ya estaba alerta ante este hecho y la posible desaparición de la especie. En consecuencia, Volosky decidió preservar la especie llevando semillas al continente, algunas de las cuales se entregaron al Jardín Botánico Nacional; allí, el administrador de esta entidad, don Patricio Montaldo, las hizo germinar en 1956.

Pero además, él fue la primera persona que realizó ensayos de propagación del toromiro (y de otras especies nativas) en la misma isla, además de instalar un herbario con 55 especies.

Aunque la literatura científica y las fuentes populares atribuyen al explorador noruego Thor Heyerdahl haber «salvado» al toromiro de la extinción, lo cierto es que la iniciativa de Volosky fue anterior y ayudó a evitar la extinción completa de esta especie única en el mundo y el material genético originado a partir de sus semillas es el único que tiene un registro completo hasta esta fecha, y es el que ha permitido reproducir desde hace unos 60 años cientos de toromiro, que se han plantado en varios lugares de Chile y en Rapa Nui. Su iniciativa no fue accidental ni anecdótica: fue motivada por un sentido de conservación y con clara conciencia de la oportunidad única que tenía para rescatar esta especie.

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Informe de Volosky sobre su trabajo en Isla de Pascua, publicado en 1954

Otros trabajos y exilio

Una vez en el continente, Volosky retomó sus trabajos de investigación, especialmente en hortalizas. Comenzó a trabajar en la estación experimental de Los Andes, en el cultivo de sandías sin pepas, las cuales, debido al alto costo que significaba su cultivo, no permitió su permanencia en el tiempo. Posteriormente escribió el libro «Hortalizas: Cultivo y Producción en Chile», un clásico de la literatura técnica en la agronomía local. También publicó columnas en revistas del ramo. Tras su paso por CORFO comienza a cerrar su etapa laboral para retirarse de las organizaciones a comienzos de los años ’70.

Tras el golpe militar, mientras trabajaba en la deshidratación de cebollas y tomates, es tomado prisionero por aproximadamente dos años, pasando por los campos de concentración de Chacabuco y Ritoque. Finalizados los dos años, y en pleno gobierno militar, es exiliado del país. Vivió sus primero años de exilio con su familia en Israel, donde trabajó en un centro de investigación Agropecuario. Posteriormente vivió sus últimos días en Mozambique, donde trabajó en cultivos de papas y hortalizas, enfocándose en el apoyo social al país.

Efraín Volosky Yadlin fue un profesional ejemplar, que durante su vida, no mostró nada más que pasión, esmero, preocupación y entrega por su trabajo. Como toda persona, tuvo que vivir momentos duros en su vida, como lo fue sufrir un exilio que lo privó incluso de vivir sus últimos años junto a sus seres queridos. Hoy podemos apreciar un patrimonio natural vivo de la cultura Rapa Nui, gracias a este héroe y a su agudo ojo profesional.


 

Javier Abarca Hernández
Gestión en Turismo y cultura
Universidad de Valparaíso
Agradecimientos
«El autor desea agradecer, primero que todo, a la familia de Don Efraín Volosky Yadlin, la señora Silvia Eliana Hernández Uribe, su esposa y su hija Nadia Volosky Hernández, gracias a quienes pude confeccionar este trabajo sobre la vida y obra de este gran profesional del mundo de la Agronomía. También a las personas que me motivaron y apoyaron en esta búsqueda, la señora Margot Hotus Salinas y la directora de la carrera Gestión en Turismo y Cultura, la señora María Soledad Ostria Palma, quienes se mostraron siempre incondicionales. También dar las gracias a CONAF Isla de Pascua por darme esta gran oportunidad. Y por último a mi carrera, Gestión en Turismo y Cultura y a mi institución la Universidad de Valparaíso, por confiar en mis capacidades y en el buen uso de las herramientas que ellos me han brindado.»