Posición Ecológica y Fitogeográfica

El género Sophora incluye aproximadamente 80 especies de árboles, arbustos y hierbas perennes de regiones tropicales y temperadas de ambos hemisferios. Sophoreae, la tribu a la que pertenece la Sophora es una de las menos especializadas de todas las tribus papilionoides que contienen un ensamblaje de géneros algo disímiles. Como tribu, su posición taxonómica al interior de la familia de las legumbres ha sido polémica. En general, las flores papilionoides tienen 10 estambres de los cuales al menos 9 (si no todos) están fusionados en cierto grado formando un tubo.

Sin embargo, en la Sophoreae esto no sucede. En efecto, los 10 estambres están completamente separados entre sí o, en poquísimas ocasiones, fusionados solo en la base.

A pesar de ser un género relativamente amplio y diverso, Sophora ha sido consideraba por mucho tiempo como divisible en secciones. Una de dichas secciones fue el objeto de un estudio realizado por Sousa & Rudd (1993) en donde los autores segregaron 4 especies de Sophora. Las especies segregadas fueron colocadas en el género Styphnolobium, que se distingue de Sophora porque tiene flores bracteadas, frutos indehiscentes y una mayor números de cromosomas (2n=28 en vez de 2n=18). Asimismo, Styphnolobium es estrictamente arborescente, mientras que Sophora incluye hierbas, arbustos y árboles perennes. Styphnolobium japonicum (ex Sophora japonica) es conocida más comúnmente como el árbol Acacia del Japón o Árbol de las Pagodas, y es muy valorada por sus flores cremosas que nacen a finales del verano y en otoño.

Varias de las especies cultivadas más comúnmente del género Sophora, incluida S. toromiro , forman parte de la sección Edwardsia del género Sophora (Peña et al, 1993). Los miembros de la Sección Edwardsia se distinguen por numerosas características. Los estambres y estigma provienen de la corola; las alas y pétalos quilla son similares en tamaño y forma; el pétalo estándar y apunta hacia delante (no es reflejo) y, muchas veces, el fruto tiene 4 alas.

Este grupo incluye la Sophora prostrata, S. microphylla, S. tetraptera, S. macrocarpa y la propia S. toromiro . La S. prostrata es un arbusto pequeño, a veces postrado, con flores cafesosas-amarillas a naranjas. La popular S. microphylla de hoja perenne da flores amarillas brillantes que aparecen a fines de la primavera y muchas veces se le confunde con la S. tetraptera, cuyas flores amarillas brillantes de forma algo tubular aparecen a fines de la primavera.

Es posible distinguir la S. microphylla de la S. tetraptera por sus más numerosos foliolos (20-40 comparados con 10-20 pares) y por la forma del foliolo, que es relativamente más ancho (obovado-oblongo a casi orbicular en la S. microphylla) comparado con la forma elíptica-oblonga de la S. tetraptera. Asimismo, la S. macrocarpa es similar en apariencia a la S. tetraptera y, algunas veces, se le confunde con ésta. Sin embargo, es posible distinguir la S. macrocarpa de la S. tetraptera por las vainas sin alas y menos foliolos (6-12 pares).

Los primeros visitantes europeos comentaron el hecho de que la isla no tuviera árboles; en 1722, Roggeveen señaló que la isla estaba «desprovista de árboles grandes»; en 1770, González comentó «no es posible encontrar ni un solo árbol del que se pueda obtener una tabla de seis pulgadas de ancho»; la expedición de James Cook (1774) describió al S. toromiro  por primera vez. El naturalista de dicha expedición, Forster, describió la primera vez que vio a este pequeño pero hermoso árbol: «Luego de descansar varias veces, logramos por fin llegar a la cumbre de la colina, desde donde veíamos el mar hacia el oeste y el barco anclado. La colina (Hanga Roa) estaba cubierta de matas de mimosa [S. toromiro], que aquí crecen hasta alcanzar una altura de ocho o nueve pies, y donde algunos de sus tallos casi tenían el ancho de un muslo de hombre».

En aquel entonces, S. toromiro  formaba matorrales dispersos por la isla, pero su valiosa madera tenía varios usos y las arboledas naturales fueron disminuyendo a ritmo constante. Las causas de la completa pérdida de hábitat terrestres originales de la isla se remontan al cambio ecológico y social posterior a la colonización de los polinesios, alrededor del siglo X. Esta madera, dura, difícil de trabajar y de tono rojizo, era muy cotizada para el tallado de objetos ceremoniales y ornamentos personales y varias de las piezas obtenidas por los primeros navegantes y exploradores para diversos museos están hechas en toromiro. Durante la primera mitad del siglo XX, los tallados en madera de Rapa Nui fueron conocidos muchas veces como «tolomiros» (sic), en alusión al hecho de que algunos de ellos estaban esculpidos en madera de toromiro.