Este sendero educativo, llamado también «Te ara o te toromiro», se halla dentro del Vivero Mataveri Otai.
Allí los viveristas dan a conocer a los estudiantes y turistas diversos aspectos sobre la historia del toromiro y los actuales trabajos de conservación que se llevan a cabo en la isla y fuera de ella.
El sendero educativo será renombrado durante el año 2016 como “Sendero Efraín Volosky”, en memoria del funcionario del Ministerio de Agricultura que tomó la iniciativa en el rescate de las semillas de toromiro del último ejemplar que quedaba en la isla a fines de los años ’50 del pasado siglo. Gracias a esta iniciativa, durante los últimos 60 años el Jardín Botánico Nacional ha producido plantas para la realización de numerosos ensayos y actividades demostrativas, tanto en el continente como en Rapa Nui. En la sección Recursos Descargables puedes ver y bajar el tríptico y los paneles interpretativos del sendero.
Aunque la isla no poseía en tiempos antiguos la típica exuberancia tropical de otras islas, tenía una biodiversidad mucho mayor que la actual
Toromiro: el largo reinado de un árbol único
Hace poco más de 10 siglos atrás, antes de la llegada del hombre, Rapa Nui era un paraíso bien vegetado y fértil. Gran diversidad de arbustos y árboles cubrían la isla desde las tierras más bajas de la costa hasta las áreas altas de los volcanes. Estos bosques protegían el suelo del viento y conservaban la humedad. Densas poblaciones de más de 30 diferentes especies nativas de aves marinas y terrestres abonaban con su guano el terreno insular. Este paisaje no era solamente un hermoso panorama: los recursos naturales impulsaron el rápido desarrollo de la sociedad Rapa Nui y la multiplicación de su comunidad. Y dentro de ese paisaje un árbol ocupaba un lugar destacado… el toromiro. El renombrado naturalista sueco Carl Skosttberg sugirió que cuando los primeros pobladores llegaron a la isla posiblemente encontraron un tipo de bosque abierto.
Imágenes de pólen recuperadas por la investigadora Candace Gossen en el Humedal Rano Kau, que confirman la existencia del toromiro en la isla desde hace miles de años.
Este naturalista imaginó un entorno parecido a un parque natural de praderas y árboles de toromiro, lo cual se refuerza por el reciente hallazgo de gran cantidad de pólen de toromiro en sedimentos de humedales de la isla. Había antiguamente varias otras especies de árboles polinésicos, casi todos ya desaparecidos; pero de ninguna otra especie se tienen tantos indicios sobre su valor histórico y cultural como del toromiro, árbol que, como escribió Lávachery, parecía dotado de «una fuerza ruda, se diría que musculosa».
Detalle de moai kavakava, cumbre del arte del tallado local
Kava-kava y akauve: los múltiples usos de su madera
La tradición isleña dice que la madera de toromiro era una de las más apreciadas para el tallado, debido a su dureza y grano fino. Su color variaba entre un rosado oscuro y un café claro. Trabajar esta madera era muy difícil con herramientas de basalto y obsidiana. Los trozos deben haber sido en general cortos y de poco diámetro, torcidos y nudosos. Además requerían tratamientos especiales de secado, quizás en largos periodos dentro de cavernas. Aun así, las antiguas figuras de toromiro, como los moai kava-kava, alcanzaron un nivel de maestría que sobresale a nivel universal dentro del arte en madera. Pero, como lo indicó el erudito Rodulfo Philippi, el toromiro no fue únicamente importante en el arte del tallado en madera. También fue la materia prima para la confección de instrumentos agrícolas como el oka y el akauve, que se usaban en labranza y plantación. Y de acuerdo a la historia oral de la isla, el toromiro también se usaba como combustible.
La explotación ganadera introducida en la isla por los colonizadores europeos, como John Brander, fue devastadora para la flora nativa de Rapa Nui
Brander y Bornier: el dramático impacto europeo
En la misma época que el toromiro fue descubierto para la ciencia y para el mundo occidental, en el siglo XVIII, el entorno natural de Rapa Nui comenzó a manifestar ciertas señales de degradación. Pero nada de eso se comparó al masivo impacto que a mediados del siglo XIX significó la llegada de europeos y la explotación comercial de la isla. Lamentablemente este impacto ha sido poco investigado, pero poco a poco se comienzan a revelar las consecuencias que la introducción de animales y plantas exóticos tuvo en un territorio frágil desde el punto de vista ambiental y que se había mantenido aislado durante siglos.
Bornier fue un aventurero y colonizador que realizó diversos negocios en la isla y masificó la explotación ganadera en perjuicio del delicado equilibrio del ecosistema insular
En 1886, el explorador William Thomson registró algunos toromiro; pero denunció que «estaban todos muertos por haber sido desprovistos de sus cortezas por los rebaños de ovejas». ¿A qué rebaños de ovejas se refería Thomson? 20 años antes, la alianza entre dos comerciantes europeos había iniciado uno de los cambios más dramáticos sufridos por la isla. Uno era Jean-Baptiste Dutrou-Bornier, ex oficial francés que se estableció a la fuerza en Rapa Nui. El otro era John Brander, poderoso empresario inglés que dominaba el comercio en la Polinesia Oriental y tenía explotaciones en varias islas.
Salmon fue el gobernante de facto de la isla por cerca de 10 años, durante los cuales siguió desarrollando la ganadería, como parte del negocio iniciado por el inglés J. Brander
En pocos años estos comerciantes convirtieron Rapa Nui en una hacienda ganadera, que en años posteriores continuaría con la Compañía Williamson Balfour, la cual prolongaría durante décadas el legado de destrucción a la flora nativa. Cerca de 20 mil ovejas, además de cabras, conejos y otros animales, consumieron en aquellos años lo último que quedaba de la flora nativa de la isla. Ese fue el principio del fin para el toromiro, cuyo último superviviente, el mencionado por Efraín Volosky, fue cortado a principios de los ’60.
CONAF y el JBN mantienen vigente la conservación del toromiro
Entrega de semillas de toromiro a agricultora local
Los esfuerzos del Jardín Botánico Nacional han sido sostenidos durante prácticamente los últimos 60 años y han permitido suministrar semillas y plantas durante décadas para fines de investigación, conservación y educación, tanto en Chile como en el exterior. En conjunto con expertos nacionales y extranjeros, y la asesoría técnica del Jardín Botánico Nacional, CONAF elaboró en el año 2011 el Plan Nacional de Conservación del Toromiro, que es la base para coordinar las acciones de conservación. Se han plantado algunos toromiro en sitios muy resguardados del Parque Nacional Rapa Nui, para monitorear el comportamiento de la especie bajo las condiciones ambientales actuales. CONAF también ha entregado algunas semillas y plantas de toromiro a la comunidad, y sigue propagando la especie en el Vivero Mataveri Otai.
Toromiro en la colección del Jardín Botánico Nacional, Viña del Mar.
Este año CONAF produjo «Superviviente», el primer documental sobre la historia del toromiro, para apoyar actividades educativas. Puedes verlo en nuestro canal de Youtube. El documental va acompañado de un cuadernillo profusamente ilustrado y con interesantes actividades educativas. En 2016 se ampliará el programa de conservación a través de esfuerzos conjuntos entre el Jardín Botánico Nacional, CONAF y otras instituciones, tanto nacionales como extranjeras, con un énfasis especial en dilucidar las interrogantes sobre las cuestiones genéticas y ecológicas que dificultan la propagación del toromiro en su hábitat nativo.
Vivero Mataveri Otai el centro de propagación, conservación y educación ambiental de Rapa Nui
El vivero realiza recorridos educativos guiados en forma periódica, con diversos temas relativos a los recursos naturales de la isla
El vivero es el único lugar en la isla donde se desarrollan actividades de conservación de las especies nativas y endémicas de Rapa Nui. También se reproducen cada año decenas de miles de árboles, destinados tanto al Parque Nacional Rapa Nui como a la comunidad. Y el trabajo en el vivero genera conocimiento local, que es importante documentar y compartir. Aprender es ameno aquí Cientos de personas cada año conocen nuestro vivero, y aprenden mucho sobre la flora de la isla y la vital labor de propagación de las plantas. Visítanos… Los colegios, instituciones, empresas, organizaciones comunitarias y cualquier grupo organizado de la comunidad puede solicitar una visita guiada al vivero. Reservas: 322100236.